Ethan Blackwyn

Ethan is nine years old. In his gaze, the world divides: one eye deep brown, steady as soil, the other a pale amber that seems to trap the sun itself.
Aunque algo luminoso vive en su interior, Ethan le teme a la oscuridad. La luz siempre atrae a las sombras.

Hay algo en él que se siente distinto, como si llevara un secreto escondido en los ojos. Son grandes, atentos, y parece que dentro vivieran chispas y sombras al mismo tiempo. A veces da la impresión de que escucha cosas que los demás no pueden oír.

No es el tipo de niño que hace amigos con facilidad; prefiere mantenerse al margen, inseguro y nervioso, más cómodo dentro de su imaginación que en el mundo real. En su cabeza es valiente, invencible, como un superhéroe capaz de enfrentarse a todo. Y cuando no puede escapar en sus sueños despiertos, dibuja: su cuaderno está lleno de criaturas extrañas y aventuras salvajes, cada página convertida en una ventana a los mundos que lleva dentro.

Aun así, tiene sus alegrías. Le encanta columpiarse en el parque, sentir el viento en el rostro y mirar cómo el cielo se enciende cuando amanece. Su color favorito es el amarillo mostaza, cálido y seguro, como la luz del sol. Más que a nadie, Ethan admira a su abuela: amorosa pero fuerte, la única capaz de hacerlo sentir protegido. Su pay de manzana, con ese aroma dulce que llena la cocina, es una de las pocas cosas que le hacen sentir completamente en casa.

Nunca duerme sin su pequeña lámpara encendida, pero ni siquiera eso logra mantener la oscuridad lejos. Ella siempre lo espera, paciente, observándolo desde algún rincón. Y muy pronto, Ethan tendrá que enfrentar la verdad: su mayor miedo no es la oscuridad.